… fingir ante personas que me importan,…
… tenerle miedo a mis recuerdos,…
… y abandonar la lucha antes de hacer realidad todos mis sueños.
Me prohíbo no sonreírle a los problemas,…
… no entregarme en alma, corazón y sentidos,…
… pasar desapercibido,…
… no hacer las cosas por mí mismo,…
… pretender que otros se hagan cargo de mis deudas,…
… o dejar que todos paguen por mis errores.
Me prohíbo no demostrar el amor,…
… abandonar a mis amigos,…
… no intentar comprender lo que otros sienten,…
… y no ver que cada uno tiene su propia manera y su propio camino.
Me prohíbo llorar sin aprender,…
… o levantarme un día sin saber qué hacer,…
… pensar que, con la falta de alguien, el mundo se termina,…
… o desesperarme por tener que seguir solo alguna vez.
Me prohíbo dejar de dar gracias a la vida por la vida,…
… lamentar lo que no he hecho sin hacerlo,…
… quejarme de lo hecho sin cambiarlo,…
… ignorando que “así como está” no es la única manera.
Tengo por supuesto absolutamente prohibido,…
… sin postergaciones ni argumentos falsos,…
… dejar de ser el principal protagonista de la película que va narrando poco a poco mi vida.
Finalmente, y sobre todo, tengo estrictamente y terminantemente prohibido,…
… desde ahora, sin excusas y para siempre,…
… que alguien se permita prohibirme lo que a mí mismo no me prohíbo de forma permanente.
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