William Shakespeare escribió: “Somos del mismo material del que se tejen los sueños”.
Y entonces surgió la pregunta… ¿De qué “material” tejo yo mis sueños?
Me permito transcribir
literalmente este cuento de Álvaro Yunque titulado “Sueño de gusano”, que bien
vendría a responder esta pregunta…
“Había una vez un gusano que
se había enamorado de una flor.
Era, por supuesto, un amor
imposible, pero el gusano no quería seducirla.
Él sólo soñaba con llegar
hasta ella y darle un único beso.
Cada día el gusano miraba a
su amada.
Cada noche soñaba que llegaba
hasta ella y la besaba.
Un día el gusanillo decidió
que no podía seguir soñando con la flor y no hacer nada para cumplir su sueño.
Así que avisó a sus amigos de
que treparía por el tallo para besar a la flor.
La mayoría intentó
disuadirlo, pero el gusano se arrastró hasta la base del tallo y comenzó la
escalada.
Trepó toda la mañana y toda
la tarde, pero cuando el sol se ocultó estaba exhausto.
-Haré noche
agarrado al tallo…, - pensó - y
mañana seguiré subiendo.
Sin embargo, mientras el
gusano dormía, su cuerpo resbaló por el tallo y amaneció donde había empezado.
Cada día el gusano trepaba y
cada noche resbalaba hasta el suelo.
Mientras descendía sin
saberlo, seguía soñando con su beso deseado.
Sus amigos le pidieron que
renunciara a su sueño o que soñara otra cosa, pero él sostuvo con razón que no
podía cambiar lo que soñaba mientras dormía y que si renunciaba dejaría de ser
quien era.
Todo siguió igual hasta que…
una noche el gusano soñó tan intensamente con su flor, que los sueños se
transformaron en alas y por la mañana el gusano despertó mariposa, desplegó las
alas, voló a la flor y la besó”.
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