domingo, 14 de febrero de 2010

Pirata...

La pasada madrugada me puse mi disfraz de pirata para surcar todos los “mares de piel” que cubren tu cuerpo.
De Norte a Sur. De Este a Oeste.

En un viaje donde el tiempo se detuvo, para así poder explorar también las llanuras, las montañas, las selvas y los valles que conforman tu geografía.

Me guiaron en la oscuridad las estrellas contenidas en tus ojos.

Mis manos eran la popa y la proa de ese imaginario barco cuyo casco estaba hecho con trozos de caricias.

Mi lengua era el timón que me llevaba hasta tus lugares más recónditos, dejándote por doquier estelas de calor húmedo.

Mi aliento era el velamen… Con cada suspiro que daba se avivaban los vientos del deseo.

Mi corazón era el piloto… Con cada latido me animaba a buscar el lugar donde se escondía tu tesoro, con la promesa de, al encontrarlo, poder alcanzar contigo el paraíso.

Mi alma era el ancla… Durante todo el viaje, siempre enganchada a tu alma con ganchos de acero.


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